“La abogacía es una de las profesiones con más dedicación. Después de más de veinticinco años ejerciendo la abogacía, tengo el privilegio de poseer la Insignia de honor concedida por el Ilustre Colegio de Abogados de Ciudad Real.

Los pleitos los hago míos. Y no acepto un “no” como respuesta, pues creo que en la justicia siempre debe haber salidas alternativas. Suelo llevarme los expedientes a casa, me resulta imposible desconectar. Y perder, es para mí motivo para no dormir tres noches seguidas. El cliente siempre paga “después de” y “en función de”. Los honorarios son libres, personalizados, e intento que sean justos”.